La gobernanza corporativa, entendida como la eficacia, calidad y buena orientación ejecutiva, se ejerce a través de dos vías distintas pero complementarias, el Consejo de Administración y la Alta Dirección. El respeto mutuo y el diálogo fluido es la base que asegura la calidad del trabajo y la gestión de estos actores. El acceso compartido y leal a la información y recursos de la organización es otro de los requisitos para un buen desempeño.
Efectivamente, a fin de ejercer sus responsabilidades, el Consejo de Administración se basa fundamentalmente en la información que le transmite la dirección. Estos flujos informativos sistemáticos y rigurosos le permiten evaluar, establecer recomendaciones y tomar decisiones sobre diversas cuestiones de naturaleza estratégica.
El Consejo de Administración debe regirse por criterios objetivos, y ejercer su función con prudencia y diligencia. Por su parte, la Alta Dirección juega un papel esencial en los procesos de gobernanza, ya que siempre debe dar respuesta de forma transparente, leal y abierta a todas las cuestiones que le traslade el Consejo de Administración.
La práctica de una buena gobernanza corporativa es muy exigente, y es esencial para el éxito global de las organizaciones. Por lo tanto todos los actores implicados en las mismas, desde arriba hasta abajo, deberían realizar los esfuerzos necesarios para asegurar su correcta implantación y su desarrollo efectivo.