La relación existente entre los recursos humanos demandados y los recursos humanos disponibles suele ser uno de los factores determinantes del éxito o fracaso de la organización de un evento

Tras haber determinado y caracterizado el evento proyectado, hay que constituir un equipo de trabajo que normalmente estará formado por miembros de la organización y por auxiliares y/o voluntarios puntuales.

Aunque en la configuración del equipo, el carácter versátil de los recursos humanos debe imperar, y lo ideal es que uno “valga para un roto y para un descosido”, la organización de un evento requiere perfiles específicos para el desarrollo de tareas concretas:

El carácter polifacético (versátil) de los recursos humanos disponibles, al que hemos aludido, lleva a que muchas funciones sean asumidas, o participadas, por la misma persona. En este caso de concentración de tareas, la perfecta coordinación y la comunicación con el resto de miembros del equipo se antoja igualmente capital a fin de evitar dos peligros:

Según la magnitud del evento, la presencia de otra figura esencial en la composición de los equipos, el/la voluntario/a, cobrará especial importancia. Nunca debemos olvidar, que el voluntario es una persona que hace algo sin ser pagado y por voluntad propia, sin ningún tipo de obligación. La correcta selección de los voluntarios se lleva a cabo siguiendo una serie de pautas:

No debemos pensar en el voluntario como un recurso humano efímero; el objetivo es conservar y fidelizar al voluntario para futuras ediciones del evento, o para eventos de naturaleza similar. Para ello hay que asegurarse que se siente motivado, involucrado y contento con las tareas asignadas, es decir, que se siente una pieza importante y valorada en el conjunto del proyecto organizativo global del evento.